Tuesday 2 October 2007

Desvaríos

Generalmente soy bastante insensible frente a lo que leo. Hay pocos textos que toquen alguna fibra especial en mí. Pero he aquí uno que paradójicamente vine a encontrar en un libro de una autora que siempre me pareció un tanto superficial.

Mientras lo decía en voz alta, en mitad de la frase comprendí que ni siquiera al morir encontraríamos respuesta, probablemente, al porqué de nuestra existencia. Incluso el ateo declarado piensa que en la muerte hallará una respuesta: o bien encontrará allí a Dios, o no habrá nada en absoluto.
—Pero lo que sucede —dije— es que en ese último trance no hacemos ningún descubrimiento. ¡Sencillamente, dejamos de existir! Pasamos a la no existencia sin averiguar absolutamente nada.
Vi el universo, una imagen del Sol, los planetas, las estrellas y una noche negra que se prolongaba eternamente. Y me puse a reír.
—¿Te das cuenta? ¡Nunca, ni siquiera cuando todo haya terminado, sabremos por qué diablos han sucedido las cosas como lo han hecho! —le grité a Nicolás, quien, recostado en el lecho, asentía mientras daba tientos a un botellón de vino—. Moriremos sin saber nada. Jamás conoceremos nada, y este vacío se prolongará indefinidamente. Y nosotros dejaremos de ser testigos de él; ni siquiera tendremos esa mínima capacidad para darle sentido en nuestras mentes. Estaremos muertos, muertos, muertos... ¡sin alcanzar jamás a saber!
Mientras decía estas palabras, dejé de reírme. De pie en la estancia, inmóvil, comprendí en toda su magnitud lo que mis labios estaban diciendo.
No había día del juicio, no había una explicación final, no había ningún momento luminoso en el cual todos los terribles errores cometidos fueran corregidos y todos los horrores fueran compensados.
Las brujas quemadas en la hoguera no serían vengadas jamás.
¡Nadie iba a decirnos nunca nada!
En aquel instante, no sólo lo comprendí así. ¡Lo vil
(...)
Lo contemplé todo, y, tras cada composición de colores, luces y sombras, vi siempre lo mismo: la muerte. Sólo que no era la muerte como la había concebido hasta entonces, sino la muerte como la veía ahora. Una muerte real, total, inevitable, irreversible y que no daba respuesta a nada.

Anne Rice- El Vampiro Lestat.

Hace algún tiempo alguien (¡ja! como si no fuera uno de los pocos que leen esto) me comentó que hacía falta mi parecer respecto al fragmento que dejé. Bueno, he aquí mi intento de poner en palabras lo que me agobia desde hace años de manera estúpida, opinión que sin embargo no ha hecho que me sienta mejor.

Antes que todo, mis disculpas (al que lea esto) por ser pésima al intentar "filosofear", y por la falta de erudición respecto a lo que voy a escribir. Sé que el tema ha sido tratado innumerables veces por distintos pensadores, pero no he tenido oportunidad de leerlos.

Por mucho tiempo tuve una idea romántica de la muerte. Me parecía un refugio apacible, un descanso en caso de que el sufrimiento o el mero sinsentido de la existencia me atrapasen.
Pero en algún punto intenté imaginar como se sentiría: esa negrura que siempre identificamos con la nada, el dejar de existir... y me di cuenta de que era incapaz de hacerlo. Tonta, era algo obvio. Sólo percibimos la no conciencia como intervalos entre instantes de sentir, como en un desmayo: es un corte, pero no podemos jamás recordar qué se sentía la inconciencia. Obviamente, porque no estábamos sintiendo.
La nada nos es totalmente ajena, al fin y al cabo somos un todo.

Lo que me parece aberrante es como aquel todo se transforma en nada al final de los días, como aquello que he sido, mi interioridad plena, no dejará jamás ninguna huella, se disolverá en la no existencia, destinada a sólo perpetuarse en la forma fragmentada de lo que fue su exteriorización, en las mentes de otros, las cuales también a su momento desaparecerán.

Sí, todo esto tiene un fuerte tinte egocéntrico. ¿Pero qué más se puede sentir? En el fondo, sólo aprehendemos la realidad desde nosotros, es desde nuestra percepción que todo cobra sentido, no podemos escapar de nuestros cuerpos y almas para observarlo todo desde fuera.
¿Y a dónde se irá entonces este mundo que sólo ha podido existir para mí a través de mí misma?
No puede ser de otra forma, entonces, que percibamos el mundo, y por lo tanto no me parece extraño (aunque quizás sí incorrecto), que no sea capaz de imaginar uno que no pueda ser aprehendido por mi conciencia. Y resulta absurdo siquiera intentarlo.

La idea de la muerte me aterra, y ya no tengo tapujos para decirlo. Es así que me aferro a la vida con todas mis fuerzas: el no ser me parece aberrante por no poder concebirlo a través de mis limitados sentidos que siempre son y no pueden aprehender a su contrario, aunque en el fondo no tenga importancia, porque en la muerte tampoco podré tener miedo: simplemente, no habrá nada, y yo no estaré ahí para sentirlo.

Pero este miedo no es suficiente para hacerme andar: me retiene y me impide a ratos continuar por un camino que sé que no va hacia ningún lugar, que parte y se detiene en sí mismo como un punto que finalmente se contrae hasta desparecer. Me da náuseas darme cuenta de que nunca habrá un sentido último a todo esto, veo la cara de la muerte en cada rincón y me lleno de miedo y se angustia. Pero ni siquiera esos sentimientos tienen sentido, todo lo que siento desaparecerá... y nuevamente caigo en el círculo vicioso de pensar demasiado.

Es probable que mi error y mi ineficiencia existencial radiquen en que soy incapaz, aún, de crearle un sentido a mi propia vida. Quizás eso era "forjarse el propio destino": aceptar el sinsentido, abrazarlo, y sin embargo contentarse con uno creado por el ego, más allá de todos los absolutos.

Sí, soy débil y patética, y no puedo aún enfrentarme a que no hay nada. Esto me horroriza, y por fin comprendo que esas instancias en que creo volverme loca (si es que no lo estoy un poco ya) son aquellas en que le doy un atisbo a aquel abismo y todo pierde coherencia.

5 comments:

Anonymous said...

wow, gran biblia.. la lei xD y tb me da miedo la muerte, pero se q CHile e sinmortal jaja xD asike soy feliz

Profe José said...
This comment has been removed by the author.
Profe José said...

Es extraño pero a mí, en cambio, me tranquiliza eso de caer en la nada. Sófocles (como muchos otros) se admiraba de la suerte que corren aquellos que no alcanzan a nacer, porque se evitan todos los males que la vida trae consigo. Y es que el "sentir" implica un todo, como bien lo dijiste, y al seguir de cerca a los propios sentidos podremos vivir plenamente todo lo que significa la vida, y por lo tanto, valorar la muerte.

Si, pienso al revés. Se dice que debe existir la noche para apreciar el día, lo malo para apreciar lo bueno, la muerte para apreciar la vida. Yo digo que de tanto sentir uno puede sufrir tal saturación de los sentidos que hasta se puede desear el momento en que simplemente caigamos en la nada. Esa idea me tranquiliza. No necesito un cielo ni un paraíso, no necesito ninguna clase de vida eterna, porque está bien morirse.

Lo importante, recalco, es saber vivir la vida que uno tiene, acercandose lo más posible a la plenitud de los sentidos (ahí hay completa libertad si se quiere o no caer en el hedonismo)

Personalmente considero más fatal la vida que la muerte. No digo que haya que reirse en los velorios en vez de llorar, pero hay que aceptar la muerte como parte de la vida, o viceversa, e incluso se puede aprender a disfrutar de ese tipo de ideas, como lo hacían los poetas malditos franceses.

Unknown said...

somos seres de comportamientos. todo lo que hacemos es comportamiento, hasta cuando no hacemos algo, es un comportamiento. por lo tanto el "no comportamiento" no existe, lo que de cierta forma me permite extrapolar que todo lo que existe es un ser, o un estado, por lo que (siguiendo la misma lógica), no existe un "no ser" o un "no estado". para ser franco, creo que la muerte es solamente otro estado (más que una "no vida"), pero que no es factible el llegar a la nada. la verdad es que no me agrada demasiado esa idea, la sensación de que todo lo que hice se va a perder, todos los buenos y malos momentos van a perderse... prefiero creer que hay algo más, quizás más complejo que la etapa anterior.
no obstante, tampoco me agrada la idea de llegar a ser juzgado al final. ¿para qué ser juzgado?

Láquesis said...

el coment anmterior me recordo a esa imposiblidad que hay en el ser humano al "no actuar"...ajaja
en cuanto a lestat?¿
omg
la Anne Rice
leyendoles a uds. fragmentos del "Despertar de la bella durmiente"
u.u
q nos vaya bien en Cs politicas

Cuidate